Estilo educativo
Desde el marco educativo de Don Bosco y María Mazzarello, Plataformas Sociales ofrece una intervención preventiva de crecimiento cercano y aprendizaje, caracterizado por una presencia activa y espíritu de familia; una relación educativa y seguimiento personal del joven; una educación en valores y de sentido positivo de la vida; la convivencia basada en el respeto y un protagonismo de sus procesos educativos, capaces de convertirles en agentes de transformación social
La opción por la juventud pobre, abandonada y en peligro ha estado siempre presente en el corazón y en la vida de la Familia Salesiana, desde su fundador, Don Bosco, hasta hoy. Dicha opción ha impulsado en todas partes una gran variedad de ofertas, de estructuras y de servicios en favor de los jóvenes.
La situación actual de nuestra sociedad nos desafía a buscar nuevos caminos. La pobreza crece cada día más, hasta presentar una dimensión trágica, que hiere a muchas personas y comunidades, especialmente a los jóvenes, hasta llegar a ser una realidad estructural y global en su vida. Podemos hablar también de nuevas pobrezas y, por consiguiente, de nuevas formas de exclusión; entre ellas nos preocupan sobre todo las pobrezas juveniles, porque comprometen las posibilidades de crecimiento de los jóvenes.
La Familia Salesiana, por vocación, se siente comprometida a ofrecer respuesta a las situaciones más urgentes de los jóvenes en dificultad a través de diversas obras, presencias y servicios específicos en el campo de la exclusión juvenil. La Coordinadora Estatal de Plataformas Sociales Salesianas coordina el trabajo que realizamos en este sector.
Nuestro estilo educativo – Sistema Preventivo – ha nacido del contacto de Don Bosco con los muchachos en situaciones difíciles. La experiencia de Don Bosco es iluminadora. Él empezó con un análisis de la realidad, recorriendo las calles de Turín, que iniciaba su industrialización. Allí fue conociendo a los jóvenes necesitados que estaban en la calle y que provenían de la inmigración rural; el encontrarse lejos de su familia y la falta de medios los colocaba en una situación de riesgo. El ambiente que más conmocionó a Don Bosco fue el de las cárceles de jóvenes y el de las ejecuciones de algunos de ellos con solo veinte años. «Me horroricé al ver grupos de jovenzuelos entre los doce y veinte años, sanos, robustos, de ingenio despierto, que estaban allí ociosos, faltos de higiene, de alimento material y espiritual».
De estas experiencias, surgió la urgencia de ofrecer a aquellos jóvenes un lugar donde pudieran ser acogidos y una propuesta educativa, que respondiera a sus necesidades: trabajo, hogar, formación…
También María Mazzarello fue descubriendo las necesidades de las niñas y jóvenes de Mornese. Y se propuso como objetivo promocionarlas mediante un oficio que les ayudase en su desarrollo y dignidad personal. Así surgió el taller para las huérfanas, dando respuesta a las pobrezas juveniles de su entorno.
Don Bosco dio vida a familias religiosas y a grupos de seglares claramente comprometidos en la educación de la juventud más pobre y abandonada, porque estaban convencidos de que en manos de la juventud están los recursos para un mundo más humano. Ellos apostaron por una pedagogía característica, que confía en las fuerzas interiores de los jóvenes y en su capacidad de regeneración personal y social.
Es en este marco educativo donde ofrecemos una intervención preventiva de crecimiento cercano y de aprendizaje, caracterizado por: una presencia activa y espíritu de familia; una relación educativa y seguimiento personal del joven; una educación en valores y de sentido positivo de la vida; la convivencia basada en el respeto y la aceptación incondicional de la persona, etc. capacitando todo ello al niño/a, adolescente y joven una imagen positiva de sí mismo y un protagonismo de sus procesos educativos, capaces de convertirles en agentes de trasformación social.