QUIEN SE OLVIDA DE LOS POBRES, PIERDE A DIOS

12 de diciembre de 2023
La importancia de brindar no solo comida, sino también esperanza en un Ecuador afectado por la violencia y el narcotráfico. Mantengamos nuestra atención y apoyo en aquellos que más lo necesitan, manteniendo viva la llama de solidaridad y empatía. Juntos podemos marcar la diferencia.

Julio Parrilla, Obispo emérito de Ecuador 

¿Quién soy?

Me llamo Julio Parrilla y soy Obispo Emérito de las diócesis de Loja y de Riobamba en el Ecuador. Durante 12 años fui Presidente de Cáritas Nacional, en un país marcado por profundas desigualdades y por una pobreza lacerante que siempre afectó a campesinos e indígenas. Ese ha sido mi mundo que ha marcado mi vida y mi trabajo pastoral durante los últimos 30 años.

Historia de Cáritas Ecuador

Como siempre ocurre, Cáritas Ecuador responde a procesos solidarios de ayuda, de promoción y de presencia en la vida eclesial y social del país. Lo que empezó siendo un planteamiento asistencial, centrado, sobre todo, en el tema de la alimentación, con una clara dependencia del programa de ayuda americana, se fue abriendo con los años a proyectos solidarios con un claro sentido de promoción humana y social. El paso de lo asistencial a la promoción humana ha estado muy marcado por la realidad que nos toca vivir día a día. Hoy, los focos de atención están centrados en el desarrollo de una economía social y solidaria que intente romper la inequidad en la que el ecuatoriano vive. Los proyectos actuales atienden especialmente a la producción orgánica en las comunidades indígenas y campesinas, a la movilidad humana de migrantes y refugiados, al cuidado de la naturaleza en defensa de la casa común, a la respuesta solidaria ante las emergencias que nos toca vivir no sólo en el país sino también en el área latinoamericana (deslaves, terremotos, erupciones volcánicas, etc.). La gran preocupación es que los proyectos ayuden a que personas y comunidades puedan empoderarse de su futuro.

Sin duda el gran trabajo formativo y conformativo a lo largo de estos años ha sido que Cáritas forme parte esencial de la vida de la Iglesia. Me refiero, sobre todo, al desarrollo de las Cáritas parroquiales y diocesanas. También hay que referirse a las Caritas de los Vicariatos apostólicos misioneros, muy comprometidas con el mundo indígena. Lo que ocurre en Ecuador forma parte de la Iglesia universal. Un ejemplo no muy lejano para nosotros es la misma España. Cáritas da a la Iglesia un rostro humano, de cercanía solidaria, de utilidad y servicio social, un rostro misericordioso y samaritano, muy apreciado por la propia sociedad civil.

 

El reto económico

Ecuador es un país empobrecido, económicamente dependiente del exterior, a pesar de la producción petrolera. La riqueza y el dinero está en pocas manos. La dependencia se repite en lo eclesial y en Cáritas. De tal forma que meter la clave social en la vida de las comunidades y de las parroquias no siempre es fácil. La mayor parte de los proyectos dependen de las ayudas que vienen del exterior: CRS, las Cáritas europeas, muy especialmente de Cáritas España, así como algunos gobiernos especialmente solidarios. En este sentido, el trabajo de concienciación y de responsabilidad social se maneja como una prioridad, limitada, pero real.

 

¿Cómo se ve el futuro?

Es importante comprender que Cáritas no es una simple organización solidaria o una ONG filantrópica. Cáritas es el rostro misericordioso de la Iglesia y su accionar está siempre en función del anuncio del Reino de justicia y de paz, de amor y de verdad. Es el anuncio del Reino y la solidaridad con los pobres quienes marcan el futuro de Cáritas. “A los pobres los tendréis siempre con vosotros”, decía Jesús. Así es la condición humana, siempre necesitada, no sólo de pan sino también de esperanza. En Ecuador, pan y esperanza son hoy grandes necesidades. El momento actual es difícil. Sometido a la violencia, al poder de la delincuencia organizada y, sobre todo, al narcotráfico. En medio de un mundo quebrado y derrotado, Caritas y toda la Iglesia tiene que asumir un papel de esperanza, algo que llevo en el corazón y por lo que rezo constantemente, convencido de que quien se olvida de los pobres pierde a Dios.

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