Mi vida

29 de septiembre de 2021
A través de las experiencias de Yarú, Cheick, Hamid y Mouctar nos llega una realidad contada en primera persona, con la propia mirada de la infancia.

Toñi Moriana (Don Bosco Salesianos Social)

En este número, esta sección pasa a ser la Voz de la Infancia. A través de cuatro experiencias, nos llega una realidad contada en primera persona, con su propia mirada. Gracias a Yarú, Cheick, Hamid, Mouctar y, a BSR Cantabria, Aldeas Infantiles y Fundación Don Bosco Salesianos Social que acompañan estas vidas.

Yarú (12 años)

Hola, yo soy Yarú, tengo 12 años y voy en silla de ruedas ya que nací siendo prematura y tuve falta de oxígeno, lo que me provocó una parálisis cerebral. Tener una discapacidad te permite hacer bastantes cosas, aunque no todas las que puede una persona sin ella. Mis compañeros de clase siempre me han tratado como una más desde pequeños y aunque a veces ellos jueguen a juegos difíciles para mí, siempre han intentado ayudarme en todo lo posible. Me encantan los juegos de mesa. Juego con mi familia al doble, al uno, al parchís… y a veces si no gano soy un poco picona, aunque al rato se me pasa.

Para mí poder practicar baloncesto fue una gran alegría, ya que nunca había practicado ningún deporte adaptado. Gracias a esta oportunidad he podido descubrir que es un deporte fascinante y he podido conocer a mucha gente agradable. Antes de empezar a hacer baloncesto siempre había querido practicar voleibol, pero descubrimos que en Cantabria no había este deporte adaptado, aunque había otros como vela y baloncesto, así que me dieron a elegir entre estos dos. Después de pensármelo durante un tiempo, elegí baloncesto porque pensé que sería más divertido. Aunque nunca he probado a hacer vela creo que acerté eligiendo baloncesto. Desde hace mucho tiempo, siempre he dicho que de mayor quiero ser arqueóloga ya que me parece una profesión increíble, también me atrae la de científica, o profesora de lengua, aunque siempre que voy a un museo de arqueología me maravillo con todos los tesoros que hay, y hace que cada vez me atraiga un poco más esta profesión.

Cheick (10 años)

Mi nombre es Cheick, y tengo 10 años. Yo vivía en Senegal y mi familia y yo pensamos que estaría mejor aquí. Para poder salir de Senegal, mi padre tuvo que pagar el viaje con una casa. La idea de mi familia era que yo llegara a España y luego encontrarme con mi hermano, que vive en Italia. Esperaba poder llegar con mi hermano en quince días. Vine en un barco con mucha gente. El barco tardó siete días en llegar a Tenerife, al llegar nos recibió la policía. Al principio me dijeron que en ningún momento me traerían a un centro, que me dejarían allí con el resto de personas con las que había llegado.

A mí me pareció mal, pues no sabía nada y no conocía a nadie. Pero luego al venir solo, me enviaron a un centro. Una vez llegué vi que tenía que quedarme aquí. Y tuve que decirle a la familia dónde estaba y explicarles lo que me decían que era el acogimiento residencial. A mí y a mi familia nos pareció mal acabar así. Venía con otra idea. Ahora vivo en un hogar. Aquí me cuidan. Hablo cada tres días con mi familia. También voy al colegio y me he apuntado a un equipo de baloncesto. Pero prefiero estar con mi familia. Mi deseo era irme con mi hermano. Aunque hubiera tenido menos cosas, hubiera preferido vivir en casetas si con ello hubiera estado con mi familia.

Hamid (19 años)

Llego a España con 15 años y 8 meses, desde ese momento lucho por conseguir mi sueño. Cuando llegas a España el objetivo es trabajar, pero no es así, se necesita permiso de residencia, un contrato para conseguir un permiso de trabajo… Oportunidades no hay muchas, pero el que sabe aprovecharlas puede conseguir todo lo que quiere. Si eres menor de edad te ofrecen de todo: comida, actividades… cuando se asoman los 18 años, ya no sabes qué va a pasar, porque la vida ya es adulta, tienes que ser un luchador para poder vivir y vivir para ser un luchador. El miedo de encontrarme el día de mañana en la calle y decir por qué no he aprovechado la oportunidad, hizo que lo diera todo para sacarme la ESO, sabía que si no continuaba en los pisos para jóvenes de mayoría de edad no podría seguir estudiando. Ahora estudio y trabajo. Estudio Grado Medio de Atención a personas en situación de dependencia porque mi sueño es ser educador social.

Yo he tenido un educador que lo he sentido como si fuera mi hermano mayor, mi padre, mi educador y mi amigo. He sentido esa empatía de una persona que casi sin conocerte te abre la puerta de su casa, sentirme como uno más de su familia. Me he dado cuenta que quiero ser como él, ayudar y sentir. Ese educador no ha pasado por lo que hemos pasado nosotros, pero lo siente. Me gustaría que todos fueran así, que sientan lo que estás pasando porque cuando vives entre esos educadores y educadoras, sientes una nueva familia. Nos puede gustar ser futbolista, campeón de kingboxing, presentador de televisión, pero te das cuenta que hay una cosa que se te da mejor y dices, esto es lo que quiero ser y vas por esa cosa, cueste lo que cueste.

Mouctar (19 años)

Hola, me llamo Mouctar y soy de Guinea Conakry. Me fui de casa tras la muerte de mi padre y comencé a tener problemas con mi tío paterno, que, siguiendo las costumbres de mi pueblo, pasó a ser el nuevo esposo de mi madre. Llegué a España con 16 años, pero aquí dijeron que yo era mayor de edad. No sirvieron los papeles de mi país donde estaba mi fecha de nacimiento, tampoco sirvieron las pruebas que me hicieron en el hospital. He tenido que ser adulto antes de tiempo, es una injusticia porque yo decía la verdad.

Un año más tarde de mi llegada a España, me tuvieron que operar del ojo por las secuelas del trato que había recibido de mi tío en Guinea. Me sentí triste, porque me trataron como una persona mayor, yo solo recuerdo que tenía miedo y que no entendía lo que me decían. Pero ya todo pasó. Ahora estoy más contento, porque estoy estudiando el Grado Medio de Peluquería y Estética que yo quería. Muy pronto tendré mi título y espero que también un trabajo. También, hago voluntariado cortando el pelo a mis compañeros y amigos, como una cadena de solidaridad. Yo he podido llegar hasta aquí porque tengo a mi lado personas que me quieren mucho, que me cuidan y ayudan. Sin su apoyo no hubiera salido adelante. Hacen cosas buenas por mí. Gracias a Dios y a la vida por esta oportunidad.

Comparte este artículo

TE PUEDE INTERESAR

Número 56, Proyectos Sociales

Creer y crear un mundo más justo

Alboan, la ONG jesuita de Cooperación Internacional en Euskadi y Navarra, se dedica a promover la justicia global a través de iniciativas como educación transformadora, protección a migrantes y refugiados, justicia socioambiental, equidad de género y participación para el cambio social.